Ségolène gira a la izquierda
Los candidatos a la presidencia de Francia utilizan la preocupante situación en las barriadas para conseguir votos: Sarkozy prometiendo mano dura y Ségolène, empleo.
Alto y media vuelta. Éste es el último movimiento de la flamante candidata socialista a la presidencia de Francia, Ségolène Royal. Su intervención el sábado pasado en Sena-San Denis, el depauperado y conflictivo departamento en la margen nororiental de París, vuelve a marcar el campo de batalla de la campaña electoral: las ‘banlieues’, es decir, la periferia de las grandes ciudades, habitada en gran parte por franceses de raíces magrebíes y conocida como foco de paro, marginación y violencia.
Pero la candidata cambia las armas que utilizaba hasta ahora. En el mismo municipio de Bondy donde propuso, hace cinco meses, “encuadrar militarmente a los jóvenes delincuentes”, sugiriendo que un paso por el Ejército puede acabar con los comportamientos conflictivos, promete ahora garantizar un primer empleo a todos los jóvenes de las barriadas. Parece haber abandonado su estrategia de querer competir con la derecha en su propio campo, duramente criticada por varios sectores de su partido.
Su viraje ofrece una respuesta más cercana al tradicional discurso socialista, al buscar una respuesta conjunta a dos de las grandes crisis del año: las revueltas en las ‘banlieues’ y las manifestaciones de los estudiantes contra la precariedad laboral.
También el gran —y hasta ahora único— contrincante de ‘Ségo’, el ministro de Interior, Nicolas Sarkozy, juega con la preocupación que generan los barrios bajos para afianzar su imagen ante la cita en las urnas, prevista para el 22 de abril. A principios de noviembre decoró con la medalla del mérito a varios conductores de autobús agredidos durante las últimas revueltas en el mismo departamento de Sena-San Denis en el que busca votos su rival. Ahora, el hombre fuerte de la conservadora Unión por la Mayoría Presidencial (UMP) presenta una nueva ley de responsabilidad penal que será votada el próximo 5 de diciembre.
700 barriadas en la periferia de las ciudades francesas son clasificadas como ‘zonas urbanas sensibles’, con altas tasas de paro, pobreza alarmante y preocupantes índices de violencia.
20% es la tasa de paro en las ‘zonas urbanas sensibles’. Alcanza el 40% entre los jóvenes de Sena-San Denis, el departamento en la periferia parisina donde se originó el año pasado la revuelta que acabó causando incendios en toda Francia. 23% es la cifra de desempleo entre los franceses cuyos padres nacieron en Argelia, frente al 10% de los ciudadanos de abuelos franceses. La tasa baja al 19% entre los hijos de familias oriundas de Marruecos y Túnez.La intención es “responder a todo acto delictivo”, considerando que “la sanción es la mejor prevención posible”. Permitirá aplicar penas íntegras a los jóvenes entre 16 y 18 años y tipifica como delito grave, penado con hasta 15 de prisión, las emboscadas o ataques organizados a una patrulla policial.
Además, prevé que educadores y trabajadores sociales informen a los alcaldes de quiénes son las personas conflictivas del barrio. Algo que no ha sentado bien en ninguno de los gremios afectados y obligó a Sarkozy a desmentir que quisiera convertir al alcalde en ‘sheriff’. Aunque la UDF, socio minoritario en la coalición gubernamental, ha anunciado que votará contra la ley, ésta se aprobará con la cómoda mayoría de la UMP.
René Rigot, consejero municipal socialista de Clichy-sous-Bois, en la periferia parisina, cree que “centrarse exclusivamente en la seguridad, dejando de lado todos los demás problemas, como el empleo, la educación o el transporte, puede dar lugar a episodios aun más dolorosos que los del otoño pasado”, en referencia a las revueltas que incendiaron media Francia.
En su municipio, el desempleo entre los jóvenes supera el 30%. Es sólo un ejemplo de los 700 barrios que hoy se agrupan bajo el tecnicismo de ‘zonas urbanas sensibles’. Una categoría que acoge a unas cinco millones de personas.
Empresas para jóvenes
A tenor de Royal, el ‘Pacto de Bondy’ solucionaría los problemas al establecer ‘talleres de creación’ en los barrios populares para ayudar a los jóvenes con estudios a formar empresas propias, apadrinados por empresarios que hayan conocido dificultades similares y apoyados por subvenciones de 2.000 a 10.000 euros. Además, ‘Ségo’ promete recuperar la policía de proximidad —suprimida por la derecha tras su llegada al poder en 2002 y considerada como ineficiente y contraproducente por el propio Sarkozy— y aumentar los medios de las escuelas para que “el ideal republicano de igualdad llegue a las barriadas y evite que los jóvenes vivan en la humillación y en la violencia”.
Caroline Dewaele, maestra de la escuela pública Albert Thomas en Champigny-sur-Marne, en la periferia parisina, considera que “nada ha mejorado desde el año pasado; el riesgo de que todo vuelva a estallar es enorme”. Señala a La Clave que “la ausencia de mestizaje social y la escasez de medios convierten a las escuelas de estos barrios en verdaderos guetos: la educación reproduce simplemente las categorías sociales” y no ofrece herramientas para pasar a la universidad ni para ascender de nivel social.
La solución, para muchos, es la huida. Las familias de clase media que viven en las barriadas humildes intentan enviar a sus hijos a colegios de otras ciudades o se mudan directamente, y los maestros intentan evitar estos destinos, de forma que en los colegios sólo quedan los niños de las familias sin recursos y los profesores menos cualificados. El fracaso escolar está prácticamente programado y nadie espera que el barrio mejore. Así, durante los años noventa, la población de las ‘zonas sensibles’ se redujo en un 5%, pero quienes se quedan están cada vez más aislados del resto del país.
La situación no sólo preocupa a quienes la sufren: también los habitantes de los barrios parisinos más céntricos temen ser arrollados por las próximas oleadas de la violenta periferia. Alain Le Garrec, consejero municipal socialista del elegante primer distrito de la capital, pide “evitar el populismo de las soluciones milagrosas tanto de unos como de otros” pero señala que “si no se afronta globalmente el problema de las ‘banlieues’ en la próxima campaña electoral y más a largo plazo, corremos el riesgo de que la ola de incendios de 2005 no sea nada comparado con una eventual crisis causada por una ruptura total”.
Es este temor el que aporta votantes al ultraderechista Jean-Marie Le Pen, mientras que Nicolas Sarkozy no duda en utilizar el miedo a Le Pen cuando pide apoyo para sus leyes de mano dura: “Si no tenemos el valor de ocuparnos de estos problemas, lo harán quienes están fuera del hemiciclo”, advirtió Un sindicato de policías rechaza la propuesta de mano dura de Sarkozy en clara alusión al Frente Nacional, cuyo argumento electoral favorito es la ‘invasión’ de Francia por parte de los inmigrantes o quienes, aunque nacidos y criados en el país, son percibidos como tales entre la población. A cinco meses de las elecciones, los sondeos otorgan al veterano candidato ultranacionalista un llamativo e inaudito 17% de los votos.
Nadie, en cambio, otorga posibilidades a los demás partidos minoritarios: todo parece jugarse entre ‘Ségo’ y ‘Sarky’. Pero Nicolas Sarkozy no goza de apoyo unánime en su propio campo y la UMP no designará candidato oficial hasta el 14 de enero.
Entre los probables aspirantes se cuentan el primer ministro, Dominique de Villepin, aunque su imagen está seriamente lastrada por su enfrentamiento con Sarkozy en verano, y la ministra de Defensa, Michèle Alliot-Marie, conocida entre sus numerosos seguidores por sus iniciales MAM. Asimismo, Jacques Chirac ha anunciado que sopesa presentarse a un tercer mandato, aunque no tomará la decisión “hasta el primer trimestre de 2007”, posiblemente incluso después del congreso.
Hay signos de que la imagen de Sarkozy como salvador de la patria frente a lo que él describe como “la barbarie de mañana” hace aguas. Las recientes elecciones sindicales del cuerpo policial arrojaron una neta victoria del sindicato UNSA-Police, crítico con la gestión de Sarkozy, hasta el punto de denunciar públicamente la “violencia policial” en las barriadas. Aunque Alliance, el sindicato cercano a Sarkozy, sube cuatro puntos, el nuevo representante de la Policía de Francia será Joaquín Masanet, secretario general de UNSA, socialista y estrecho colaborador de Ségolène Royal.