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Uri Avnery
Uri Avnery
[Sep 2010]
Israel  columna 

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Control de daños

Una periodista holandesa me pidió el miércoles pasado que intentara adivinar lo que iba pensando Binyamin Netanyahu de camino a Washington.

Parece que le gustó el resultado, porque también me pidió que adivinara los pensamientos de Mahmud Abbas.

Debió gustarle aquello también, porque luego me pidió que hiciera lo mismo con Barack Obama.

Aquí está lo que le dije:

Pensamientos de Netanyahu de camino a Washington:

Lo más importante es minimizar los daños.

Justo ahora, alguien me pregunta cómo veo nuestra situación dentro de cuatro años. ¡Cuatro años! ¡Estoy pensando en lo que va a pasar dentro de cuatro semanas, cuando se cumpla el plazo y la congelación de los asentamientos llegue a su fin!

Me siento como un oficial en el puente de mando del Titanic viendo asomar el horrible iceberg.

Con estos Es imposible convencer a los colonos de que se estén calladitos para intentar acabar con la congelacióncolonos (sí, sí, ya sé que debería llamarlos ‘habitantes de Judea y Samaria’) no se puede jugar. Es imposible razonar con ellos y convencerlos de que se estén calladitos mientras buscamos la manera de acabar con la congelación.

Arik [Sharon] lo intentó. Cuando planeaba la separación, le dijo a los colonos: sacrifiquemos una docena de pequeños asentamientos para salvar otros cientos. Amputemos un dedito para salvar el cuerpo entero. No sirvió de nada. Los colonos decidieron luchar por cada uno de los asentamientos.

El año pasado, cuando empezamos a hablar de la congelación, luché como una fiera para limitarla a diez meses, en vez de un año, como Obama exigía. Ambos entendíamos la diferencia: el plazo de diez meses llegaba a su fin en pleno apogeo de la campaña electoral estadounidense. El plazo de un año habría terminado después de las elecciones. Pensé que si la congelación llegaba a su fin en septiembre, Obama no se atrevería a presionarme para ampliar la moratoria. Los votos judíos y el dinero judío marcarían la diferencia.

Yo crecí en Estados Unidos. Sé cómo funcionan las cosas. El AIPAC controla el Congreso. Los políticos nos temen todo el tiempo, y más aún en época de elecciones. Saben muy bien que si no apoyan a Israel, los echarán a patadas.

Pero ahora estamos en un lío. Obama quiere a toda costa hacer algo que se pueda presentar a los votantes como un gran logro. Pero Abu Mazen [Mahmud Abbas] se niega a negociar si se reanudan las construcciones en los asentamientos. Así que Obama me presiona para continuar con la moratoria. Si accedo, mi coalición se disolverá. No he olvidado que la última vez, en 1999, no fue la izquierda la que derribó mi gobierno, sino mis compañeros de la derecha.

Por supuesto que Obama y su gente se presentarán con todo tipo de acuerdos para llegar a una solución. Una congelación  ‘simbólica’ que no nos impedirá realmente que construyamos. O un levantamiento ‘simbólico’ de la moratoria, que sí impedirá realmente la construcción. O algo en la línea de la propuesta de Meridor. ¿La paz? No me hagáis reír. No tengo tiempo para tonterías, lo que ofrezco ni se acerca a lo que aceptaríanEso es un globo sonda que le pedí a Dan que lanzara en su nombre. [El ministro sin cartera Dan Meridor propuso construir sólo en los grandes bloques de asentamientos que el gobierno pretende anexionar a Israel.] Pero los colonos no están de acuerdo con eso tampoco.

Entonces, ¿qué hacemos? No lo sé. Debo confiar en mi talento para la improvisación y sortear este obstáculo. Pero incluso si consigo un aplazamiento de este asunto hasta después del 26 de septiembre, puede explotar en ese momento. Lo principal es asegurarse de que la culpa recae en Abu Mazen.

¿Y la paz? No me hagáis reír. No tengo tiempo para semejantes tonterías. Es evidente que lo más que puedo ofrecer ni siquiera se acerca mínimamente a lo que están dispuestos a aceptar. Qué, ¿debería dividir Jerusalén? ¿Debería desmantelar los cientos de asentamientos y puestos de avanzada? ¿Debería ceder el valle del Jordán? ¿Debería estar de acuerdo con el regreso de siquiera un refugiado? Incluso si quisiera —y absoluta y definitivamente no quiero— sería incapaz de hacerlo. Qué, ¿romper la estupenda coalición que tengo ahora y depender de esa horrible mujer?

Eso no voy a decirlo, por supuesto. En vez de eso, los inundaré de palabras rimbombantes. Le diré a Abu Mazen que es mi compañero. Hablaré de concesiones dolorosas. Me venderé como el Nuevo Netanyahu. (Dios mío, ¿cuántas veces tengo que convertirme en el Nuevo Netanyahu?)

Lo principal es salir ileso de este lío y preservar el status quo. El status quo es el mejor mundo de todos.

Pensamientos de Abbas de camino a Washington:

Lo más importante es minimizar los daños.

No puede salir nada bueno de esto. Eso está claro. Pero no se nos debe echar la culpa.

Estoy seguro de que Abu Amar [Yasser Arafat] pensaba lo mismo cuando hace diez años fue arrastrado a Camp David. Sabía que Ehud Barak y Cada vez que Obama ha intentado hacer la paz, ha acabado cediendo ante NetanyahuBill Clinton se unirían para formar un cascanueces, con él como nuez a la que cascar.

Vale, Obama no es Clinton. Confío en él. Él quiere realmente hacer la paz. Pero ¿puede? Hasta ahora, cada vez que lo ha intentado, ha acabado cediendo ante Netanyahu. Ahora tiene que obligar a Netanyahu a ampliar la congelación de los asentamientos. ¿Puede hacerlo?

No puedo retirar esta exigencia. Tengo a Hamás, que Alá los castigue, poniéndome de vuelta y media. Ya me están maldiciendo por ir a Washington (como si tuviera elección). Sería ridículo negociar mientras los asentamientos siguen ampliándose. Como tan acertadamente expresó aquel joven, Michael Tarazi: "Es como hablar de dividir una pizza mientras ellos [los israelíes] se la comen".

Hamás está tratando de socavarme de todas las formas posibles. El asesinato de los cuatro colonos cerca de al-Khalil [Hebrón] se planeó para dañar las negociaciones. Es realmente asombroso cómo Hamás y los colonos están cooperando para tratar de detener el proceso de paz. Pero el incidente también tiene un lado bueno: el mundo entero ha visto lo que se puede esperar si fracaso.

Hamás dice que estoy de parte de los americanos. ¿Qué proponen como alternativa? ¿Que reanude la lucha armada? ¡Les da miedo hasta lanzar sus cohetes Qassam! Los ataques no han conseguido nada. Tampoco se puede contar con la opinión pública internacional. Nuestra única opción es confiar en Obama. Cuando entiendan en Washington que el conflicto perjudica sus propios intereses nacionales, como dijo ese general como se llame [David Petraeus], impondrán la paz a los israelíes.

Abu Amar fijó los parámetros, y ninguno de nosotros puede aceptar menos: un Estado palestino con capital en Jerusalén Este, las fronteras del 4 de junio de 1967, un intercambio limitado y equitativo del territorio, la eliminación de todos los asentamientos de nuestro territorio, una solución acordada Estoy dispuesto a aceptar fuerzas internacionales en nuestras tierras, pero no la presencia armada israelídel problema de los refugiados con la vuelta simbólica de algunas decenas de miles. Estoy dispuesto a aceptar fuerzas internacionales en nuestras tierras, pero definitivamente no la presencia armada israelí. Si consigo un acuerdo así, Hamás no tendrá otra alternativa que comulgar con ello. La opinión pública palestina les obligará.

Ellos también han leído los resultados de la encuesta del Dr. Nabil Kukali esta semana: una inequívoca mayoría de dos tercios de los palestinos apoya la solución de los dos Estados.

¿Se puede confiar en Obama? Dicen que después de las elecciones de noviembre va a estar libre de la presión judía. Pero después empezará a pensar ya en las elecciones presidenciales de dentro de dos años. Sólo si es reelegido —y no estoy del todo seguro de que eso ocurra— será capaz de actuar sin miedo al AIPAC.

Mientras tanto, tenemos que aguantar. Eso es lo principal: resistir y esperar a que el tiempo haga su trabajo.

Pensamientos de Obama en la víspera de la conferencia:

Lo más importante es minimizar los daños.

Antes de mi elección, yo creía que se podía influir en la gente con la lógica. Después de todo, la paz es tan esencial para los israelíes como para los palestinos. ¿Qué posibilidades tiene Israel si dentro de unos años el mundo árabe entero cae en manos de los islamistas extremos? ¿Y qué posibilidades tendrán los palestinos moderados? ¿Es que no entienden eso? Me vuelven loco.

[Henry] Kissinger dijo que Israel no tiene política exterior; sólo política interna. Eso es cierto también para los palestinos, y —¡ay!— también para nosotros los estadounidenses. La política interna domina en todas partes.

La economía está hecha un lío. La situación en Afganistán no podría ser peor. (¡¿En qué diablos estaba pensando durante la campaña electoral cuando prometí seguir adelante con esta guerra?!) Los chiflados del Tea Party están cobrando impulso. Sospecho que el lobby judío está ayudándolos en secreto. Ahora tenemos que lamerle el culo a los judíos, por eso apaciguo una y otra vez al tío ese repugnante, Netanyahu¿Quién está dirigiendo la campaña que dice que yo no he nacido en Estados Unidos? Una mujer judía israelí. ¿Y la campaña que dice que soy musulmán? Otra mujer judía. Quieren derribarme. ¿Y por qué? Porque quiero hacer la paz, ¡y es en el mejor interés de Israel!

Ahora lo principal es superar las elecciones de noviembre sin pérdidas demasiado importantes. Como le dije a Rahm [Emanuel], en este momento tenemos que lamerle el culo a los judíos. Por eso es por lo que apaciguo una y otra vez al tío ese repugnante, Netanyahu. Ahora tenemos que conseguir un compromiso respecto a la moratoria de los asentamientos.

Dios mío, aquí estamos, líderes responsables del destino de las naciones, ocupados con tonterías como la congelación, ¡en lugar de concentrarnos en forjar una paz que salve las vidas de miles y decenas de miles!

Lo principal es dejar atrás el 26 de septiembre, cuando la moratoria llega a su fin, y luego las elecciones del 2 de noviembre. Después de eso, Dios dirá. Tal vez después de todo consiga crear una situación que me permita presentar mi propio plan de paz e imponérselo a ellos. Siempre por lo bajini, por supuesto.

Qué demonios, ¿no soy el maldito presidente de los Estados Unidos de América?