Armenia busca aliados
La vuelta del ex presidente Levón Ter-Petrosián en las elecciones podría resolver el encallado conflicto con Azerbaiyán por el territorio de Alto Karabaj.
No se prevén revueltas populares ni cargas de la policía, una imagen que acompaña muchos cambios de poder en el Cáucaso. Las elecciones de Armenia, que tendrán lugar el 19 de febrero, podrían pasar casi desapercibidas e incluso “serían un acto mecánico con resultado previsible”, en palabras de Alexánder Iskandarián, director del Caucasus Media Institute, con sede en la capital armenia de Ereván, “si no fuera por la vuelta de Ter-Petrosián”.
El ex presidente de Armenia Levón Ter-Petrosián es el único rival serio del candidato oficialista, el primer ministro Serzh Sargsián. A Sargsián se le considera un reemplazo del presidente Robert Kocharián, en el poder desde 1998, al que la Constitución prohíbe optar a un tercer mandato. “Ter-Petrosián tiene una personalidad poderosa y mucha experiencia, ¿pero puede un individuo vencer a todo el aparato estatal? Él puede, a pesar de que es extremamente difícil”, juzga Iskandarián.
“Si existe alguna posibilidad es con una alianza entre todos los partidos de la oposición”, corrobora a La Clave el analista político y diputado armenio Stepan Safarián. Algo que ya está en marcha: “Unos 18 partidos políticos se han unido a Ter-Petrosián y no descarto que en los próximos días lo hagan otros diez más”, asegura el analista armenio independiente David Petrosián. “Si dos candidatos más —hay nueve registrados, aunque todos tienen escasas posibilidades de éxito— le dan su respaldo, va a ser un auténtico bloque, bien recibido por la gente y con las ventajas de un candidato único”, concluye.
Fama de negociador
Levon Ter-Petrosián, de 63 años, dirigió Armenia de 1990 a 1998. Llevó a la ex república soviética a la independencia, pero la depauperación económica causada por la caída de la economía soviética y el bloqueo de Turquía y Azerbaiyán hicieron perderle el apoyo popular tres años antes de que acabara su mandato. Ter-Petrosián se retiró entre acusaciones de corrupción y el acoso de parte de su propio Gabinete, liderado por su primer ministro y entonces ya rival Robert Kocharián, que le acusó de querer “vender” la región de Nagorno-Karabaj.
Este territorio es uno de los conflictos no resueltos del rompecabezas caucásico. Forma parte de Azerbaiyán, un país de mayoría musulmana y habla turca. Los habitantes de Nagorno-Karabaj, casi todos armenios y cristianos, declararon una república independiente en 1991, lo que desencadenó una cruenta guerra entre Armenia y Azerbaiyán, calmada en 1994. El apoyo militar y económico de Ereván es vital para la montañosa región que muchos armenios consideran como parte de su nación e incluso representan como tal en sus mapas. Nagorno-Karabaj —algo más pequeña que La Rioja— dispone de 20.000 soldados, 60.000 reservistas, 316 carros de combate y 324 blindados, 322 piezas de artillería pesada, 44 lanzacohetes y modernos sistemas de defensa antiaérea.
El ‘clan de Karabaj’
La negociación con el Gobierno azerí fue uno de los factores que precipitaron la caída de Ter-Petrosián. Por este motivo, Bakú sigue ahora con interés la campaña del ex presidente, cuyo triunfo, esperan, podría traer la paz a la zona. Según la prensa turca, los azeríes consideran a Petrosián “un líder realista con el que se puede trabajar”, aunque dudan de que gane: “Al ‘clan de Karabaj’ en el poder —en referencia a Kocharián y Sargsián, ambos nacidos en lo que entonces era la región autónoma del Alto Karabaj— no le interesa normalizar las relaciones con Turquía y Azerbaiyán”. Las negociaciones que Kocharián mantuvo en 2004 no dieron resultado. Incluso felicitó en 2006 el 15º aniversario de la “República independiente de Nagorno-Karabaj” y calificó de “deber de todos los armenios” apoyarla y conseguir su reconocimiento internacional.
Pero Armenia tiene un poderoso enemigo en este campo: su gran vecino Turquía, aliado incondicional de Azerbaiyán, con el que comparte idioma y religión. El contencioso respecto al genocidio armenio de 1915, que Turquía considera un conflicto armado entre milicias de ambos bandos, añade tensión. La oposición de Ankara puede complicar el ingreso de Armenia en la OTAN, una de las metas declaradas del pequeño país caucásico, y lastrar el acercamiento a Europa, continente al que los armenios se sienten más vinculados que a Asia central. Como sus vecinos enemigos, la república forma parte del Consejo de Europa, pero su propósito de ingresar en la Unión Europea parece alejado. “Armenia no puede utilizar la OTAN como una vía de entrada a la UE, como hacen Ucrania y Georgia. Pero siempre debe cooperar con ella”, cree Haroutiun Jachatrián, editor y politólogo armenio.
Atrapada en una pinza entre dos naciones turcas y sin frontera con Rusia, Armenia ha encontrado un nuevo aliado en Irán. Robert Kocharián y Mahmud Ahmadineyad inauguraron en marzo pasado un gasoducto que provee a Armenia de combustible y reduce la dependencia energética de Rusia, cuyo gigante Gazprom sigue controlando este negocio en la ex república soviética. Armenia refuerza los lazos con Irán al tiempo que pide entrar en la OTAN
En octubre, el presidente iraní regresó a Ereván para debatir la construcción de una refinería conjunta en suelo armenio, una central hidroeléctrica y una línea de ferrocarril entre ambos países. En enero, los dos Gobiernos acordaron abrir un consulado iraní en la ciudad armenia de Kapan y uno armenio en Tabriz, metrópoli del oeste de Irán. La decisión causó indignación entre la población de la zona, compuesta en gran parte por azeríes, que “no querían ver izada la bandera armenia” en la ciudad, según la prensa de Bakú. Los azeríes son la minoría más importante de Irán, donde forman un quinto de la población.
Moscú se aleja
A quien no parece molestar la cercanía de Armenia a Irán es a Estados Unidos. Incluso le puede interesar a Washington para mantener abierto un canal de negociación, cree Jachatrián. “El Gobierno armenio es capaz de organizar en Teherán un encuentro con Condoleezza Rice”, sostiene.
“Armenia tiene derecho a cooperar con Irán para salvaguardar su seguridad. Es un país que comprende bien nuestra situación y nos tiene en cuenta”, defiende Stepan Safarián. “Irán es un gran mercado y existen muchos lazos económicos”, añade. Para Rusia, en cambio, “Azerbaiyán es más importante, por eso Moscú está reduciendo su apoyo a Armenia, que sobrevive básicamente de las ayudas de la diáspora y de EE UU”, considera Andréi Pavlov, profesor de la Universidad de San Petersburgo.
Pavlov es pesimista respecto a Nagorno-Karabaj: “La cooperación sería muy beneficiosa, pero parece que la única forma de resolver el problema es la guerra”. El analista ruso Alexánder Shotnichenko señala que “armenios y azeríes han vivido juntos durante siglos, los primeros en la ciudad, los turcos en las zonas rurales, por lo que es imposible dividir el territorio sin conflicto. El tiempo corre contra Azerbaiyán”, añade, “pero la sociedad no está preparada para la guerra. El recuerdo del conflicto es malo para Armenia por las penurias sufridas y para Azerbaiyán porque perdieron”.
La tensión sigue y los intercambios de disparos en la frontera —normalmente sin víctimas— se repiten con frecuencia. Si gana Sargsián, la tensión en esta parte del Cáucaso continuará.