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La Liga Árabe es el bloque político más antiguo de la región y hasta hoy el más destacado en la ribera sur del Mediterráneo, aunque su peso estratégico es mucho menor que el de la Unión Europea en el norte.
La Liga Árabe fue establecida en 1945 por seis estados de Oriente Próximo, la mayoría de los cuales acababan de acceder a la independencia: Egipto, Siria, Líbano, Jordania, Iraq y Arabia Saudí. Yemen se sumó el mismo año y otros estados de la zona se fueron adhiriendo conformo recuperaban la independencia.
Hoy cuenta con 22 miembros, de los que algunos sólo tienen una remota conexión con el conjunto histórico árabe, como Yibuti, Somalia o las Islas Comoras. Desde su fundación prevé, además, la adhesión de un futuro estado palestino y desde 1976 lo reconoce como miembro de pleno derecho.
La sede de la Liga Árabe está en El Cairo. La organización celebra irregularmente cumbres a las que acuden los jefes de estado u otros representantes de los miembros. En la última década, estas cumbres han sido anuales. El secretario general de la Liga Árabe representa la organización de forma permanente. De 2001 a 2011, este cargo lo ocupa el ex ministro de Exteriores egipcio Amre Moussa y ahora lo hace Nabil Arabi, egipcio también y también ex responsable de Exteriores.
La Liga Árabe pretende fomentar la solidaridad y cooperación entre sus miembros, evitar conflictos internos y trabajar a favor de una solución duradera para Palestina. Desde 2002, la organización propone un acuerdo que prevé un reconocimiento pleno de Israel por parte de todos sus miembros y el establecimiento de relaciones diplomáticas normales a cambio de la retirada de Israel a las fronteras de 1967, el establecimiento de un estado palestino soberano con capital en Jerusalén Este, así como una "solución justa" para los refugiados palestinos y la devolución del Golan a Siria.
Actualmente, sólo dos miembros de la Liga Árabe reconocen a Israel: Egipto y Jordania. Otros tres —Marruecos, Bahréin y Omán— mantienen relaciones de bajo perfil; hasta 2000, Israel tenía misiones diplomáticas en estos países. La postura de la organización respecto a Israel ha ido cambiando: cuando Egipto firmó su tratado de paz con Israel, en 1979, fue suspendido de la Liga Árabe hasta 1989. Cuando Jordania hizo lo propio en 1994, no suscitó reacciones por parte de la alianza.
La cohesión interna de la Liga Árabe es débil: no tiene estructuras propias a nivel de los países o la población, y sus actividades se limitan a las reuniones de jefes de estado o altos cargos, aunque en la última década se ha ido formando una especie de Parlamento que reúne a medio cententar de delegados. Aunque el primer objetivo de la alianza es evitar conflictos entre los países árabes, los intereses nacionales de los estados miembros siempre han prevalecido sobre su participación en la Liga.
Así, la organización no pudo impedir ni la guerra entre Argelia y Marruecos en 1963, ni la invasión de Kuwait por parte de Iraq en 1991 y muchos de sus miembros tienen relaciones diplomáticas mucho más sólidas con potencias ajenas —Egipto y Jordania con EE UU, Siria con Irán, Marruecos con Francia— que con sus socios de la Liga. Tampoco el conflicto del Sáhara Occidental que opone Rabat a Argel —valedor del independentista Frente Polisario— se dirime a través de la Liga Árabe. Este organismo parece respaldar, al menos de manera no oficial, la soberanía marroquí sobre el territorio disputado y no reconoce la RASD, proclamada por el Polisario.
La Liga Árabe propuso en 1997 la creación de un área de libre comercio entre sus miembros; la firma del Tratado de Agadir en 2004 impulsó el proyecto y desde 2005, el GAFTA (siglas en inglés de Ára Mayor Árabe de Libre Comercio) agrupa a todos los miembros de la Liga, exceptuando a Mauritania, Yibuti, Somalia y Comoras. Su cometido es la reducción paulatina de las tasas de aduana hasta su eliminación completa.