Una anciana camina con su nieto por una carretera interminable. El chaval se lleva a los labios la misma flauta con la que juega a disparar, como si de un fusil se tratara. Busca a su padre, un músico alistado a la fuerza en las tropas baazistas que hicieron la guerra a los kurdos, y que lleva años desaparecido.
La abuela y el niño recorrerán el país, de punta a punta, en autobús, autostop o a pie, sin saber si ese hombre vive o está enterrado en algunas de las docenas de fosas comunes que salen a la luz tras la caída del régimen de Sadam Hussein. Los retratos del Irak posterior a la dictadura han venido dados por el periodismo televisivo y el cine bélico
Los retratos del Irak posterior a esta dictadura han venido dados hasta ahora, mayoritariamente, por el periodismo televisivo y el cine bélico, dos miradas en cualquier caso foráneas que olvidan con demasiada facilidad las historias de la gente corriente, de los eternos perdedores que padecen en cualquier coyuntura, de ese frágil punto por el que la cuerda siempre, una y otra vez, se rompe.
Ése es, de entrada, el principal acierto de Son of Babylon, una cinta que muestra un país arrasado por sucesivas guerras, tomado por tropas estadounidenses ―cuya presencia es por una vez marginal― y surcado por una profunda fractura interior. Un pueblo que, al tiempo que debe reconstruir sus ciudades asoladas, necesita también ir recomponiendo su memoria, por más doloroso que sea ese ejercicio. ¿No tiene acaso motivos para el orgullo y la esperanza la tierra que alguna vez fue Babilonia?
Sin regodearse más de la cuenta en la truculencia de la situación, la película de Mohamed Daradji camina en ocasiones por los precipicios de la sensiblería, aunque sin llegar a perder el pie. La salvación se debe en gran parte al formidable trabajo de todo el elenco de actores, amateur en su totalidad, y de su excelencia a la hora de transmitir emociones verosímiles. Tampoco faltan los destellos humorísticos, encaminados a aliviar la carga dramática del relato, ni la música, ese conjuro constante que es el desahogo de los adultos y la vía de redención del niño.
Tortuosa road-movie con mil contratiempos, el filme quiere finalmente recoger un mensaje esperanzadorTortuosa road-movie donde los protagonistas están condenados de antemano a mil contratiempos y desencantos, el filme quiere finalmente recoger un mensaje esperanzador, no tanto en la capacidad de los gobernantes para gestionar un Estado en ruinas, como en la generosidad de la gente de a pie para perdonar y pasar página de los más sórdidos capítulos de su historia reciente.
¿Cuál será la fórmula para cerrar esa brecha? Tal vez la clave esté hacia el final de la narración, cuando la anciana se arrodilla ante los huesos desenterrados de un soldado y llora, aun a sabiendas de que ése no es su hijo. La moraleja es clara: todos los muertos son nuestros, todos merecen nuestras lágrimas. El viaje real que han hecho los personajes es también una difícil travesía interior: de lo personal a lo colectivo, de la tragedia íntima al dolor compartido.
[Son of Babylon ganó el Giraldillo de Oro en el Sevilla Festival de Cine Europeo, el Gran Premio del Jurado en el Festival de Cinema Mediterranéen de Bruselas y fue seleccionado para la Berlinale 2010 y para Sundance].
Leer más:
Mohamed Daradji : «Los tabúes están todos dentro de nosotros » Entrevista de Luque [Nov 2010]
Título:
Son of Babylon
Dirección:
Mohamed Daradji
Guión:
Mohamed Daradji, Jennifer Norridge
Reparto:
Yasser Taleeb, Shehzad Hussen, Bashir Al-Majid
Género:
Largometraje de ficción
Productor:
Human Film, Iraq Al-Rafidain, Pyramedia etc.
Duración:
94 minutos
Estreno:
2009
País:
Irak (y 7 países coproducción)
Idioma:
árabe, kurdo
Título original:
Son of Babylon (Hijo de Babilonia)