El Mediterráneo —creemos— no constituye la frontera entre dos mundos —el mal llamado árabe y el peor llamado occidental— sino un espacio único en el que fluyen y confluyen, se intercambian y se sobreponen diversos conceptos de sociedad. Las diferencias visibles entre las sociedades al sur y al norte de este mar no deben hacer olvidar el estrato cultural que los une y no deben tomarse como señas de identidad inamovibles.
MediterráneoSur rechaza la división en civilizaciones ‘cristianas’ e ‘islámicas’: no se debe olvidar que en los Balcanes existen países de tradición islámica (Albania, Bosnia), que Egipto y Siria cuentan con un 10% de población cristiana y que en Marruecos, la religión judía está oficialmente reconocida. Esta convivencia, histórica y actual, de diferentes ritos a ambos lados del Mediterráneo muestra que la religión no marca una diferencia cultural (los bosnios son europeos, los coptos de El Cairo son egipcios, los judíos de Casablanca son marroquíes, los caldeos católicos de Bagdad son iraquíes). El carácter de una sociedad nunca se reduce a su expresión religiosa mayoritaria ni se deben confundir las tradiciones de estos países con determinados programas ideológicos, políticos o religiosos de reciente desarrollo.
Las sociedades de la ribera sur del Mediterráneo, lejos de formar un bloque homogéneo, son tan diversas como las que encontramos en la ribera norte. No existe un 'mundo árabe' como unidad sociológica, política, cultural o idiomática.
Los autores de MediterráneoSur creen en la cercanía de las sociedades que rodean el Mediterráneo, en la proximidad de sus expresiones culturales y sus metas humanas. No creemos que exista un choque de civilizaciones entre ellas, porque no creemos que pertenezcan a civilizaciones distintas: forman una sola civilización. Su ámbito es el espacio cultural mediterráneo: desde Algeciras a Estambul, de Casablanca a Odessa, de Génova a Alejandría y Aden...
El logotipo de MediterráneoSur ha sido elaborado por la diseñadora gaditana Eva López. Representa una cañaílla (Murex brandaris L.). Este molusco, frecuente en el Mediterráneo y las costas atlánticas, tiene un enorme significado para la cultura mediterránea: posee una glándula que segrega un líquido verdoso que al contacto con el aire muda al carmesí oscuro. Es la base de la púrpura, un tinte muy apreciado en la Antigüedad, cuya fabricación permitió a los fenicios establecer una civilización que alcanzaba desde Líbano a Marruecos y Portugal.
La expansión fenicia se basaba únicamente en las relaciones comerciales pacíficas y difundió, entre otros avances, un elemento clave para el desarrollo cultural: el alfabeto fonético, fundamento para todas las grafías utilizadas hoy en el ámbito mediterráneo.