TRABAJAR COMO periodista en Iraq es una tarea de alto riesgo que ha beneficiado a las tropas ocupantes y a la llamada violencia sectaria, pues nos ha resultado imposible visitar incontables zonas de hostilidades donde las violaciones de los derechos humanos han sido mas que notables.

Los que hemos decidido viajar por libre, es decir, sin estar empotrados en ningún ejército, hemos tenido el privilegio de observar la situación sin mas limitación que el propio miedo y esto, al menos en mi caso, no ha ayudado a despejar muchas dudas. Por ejemplo en Mosul, la ciudad que visité ayer, la inseguridad y el desconcierto se manifiesta en los rostros que vigilan cada esquina, pues llegado este punto del conflicto pocos saben ya quien es quien, quien lucha contra quien y por qué.

Los tanques pensantes occidentales han decretado que el país mejora en base al número de muertes, lo cual es una realidad objetiva pero el motivo es tan pasajero como el dinero, pues en realidad este conflicto es una lucha económica entre los que perdieron el poder, quienes lo tienen y quienes lo desean. Y si la economía motivó la invasión, el dinero la perpetua, con una democracia corrupta y una parte importante de la insurgencia adicta a las treguas compradas.

En Mosul la poca comunidad cristiana que resiste lo hace gracias al canon impuesto por ciertas milicias suníes que hasta hace bien poco los asesinaban. Pero no es solo plata. El divide y vencerás ha sido una constante de la política norteamericana, que según parece ha respondido a sus intereses. La solución de las “comunidades cerradas” tiene a casi todos los protagonistas sometidos a un mismo patrón, el de los controles, sus propias fuerzas armadas y los muros de separación. En Bagdad se dividen entre sunníes y chiíes. Sin embargo en Mosul, entre kurdos y árabes. Otra vuelta de tuerca en la espiral de la violencia…

Mas la disolución de los grandes frentes armados no significa que se aproxime la paz. Digamos que una vez se ha conseguido poner a todos contra todos, las muertes disminuirán pero el goteo continuará por largo tiempo, quizás a la libanesa, volviéndose mas selectivas. Ese es el programa que ya están diseñando en Washington, conocedores de que la presencia masiva es contraproducente, pasarán a realizar operativos “antiterroristas” de precisión, es decir acciones contrainsurgentes con criminales técnicas aprendidas por Francia en Argelia y heredadas por Washington ya en los sesenta para ser aplicadas en Vietnam y sobre todo, en Latinoamérica.

Esta nueva estrategia y coordinación entre los estadounidenses y las fuerzas armadas iraquíes cada vez es mas efectiva, sin embargo no solo ésta ha contribuido a mejorar la aparente seguridad, sino que la implicación de las llamadas “milicias civiles concienciadas” y el hastío de la propia población frente a la brutalidad de los llamados combatientes extranjeros ha hecho que éstos no puedan mantener el apoyo popular del que ayer gozaban. Sus acciones han pasado de la guerra abierta al golpea y corre, lo cual no quiere decir, ni mucho menos, que la paz este mas cerca. Se trata, en lógica militar, de pura táctica.

Pero la Casa Blanca abusa demasiado de ese comodín llamado Al Qaeda. No cabe duda de que en Iraq en general y en Mosul en particular existen militantes islámicos pero por mucho que se esfuerzan en convertir a su ideología toda la oposición, la practica nos dice que se trata más bien de una resistencia bien organizada, con una larga tradición militar y con un importante motivo para la lucha: la pugna con los kurdos por el control de la ciudad.