Nota:
este artículo, escrito en 1995, aún parte de la base de
que los monumentos anteriores a 1500 - manuscritos medievales, tumbas
con inscripciones de la Era Hispánica - sean auténticos.
El autor hoy ya no defiende esta posición. El artículo se incluye, no obstante, en 'Crono-Lógica', dado que puede dar algunas informaciones interesantes sobre el material arqueológico y numismático del que disponemos y que debe ser reinterpretado. |
1. El contexto mediterráneo | |
2. Puntos de coincidencia | |
3. Conclusiones | |
Entendemos aquí el área mediterránea como un conjunto de países relacionados por vínculos culturales, que abarca desde el Océano Atlántico hasta el Golfo Pérsico y desde el Sahara hasta el Mar del Norte. En esta zona encontramos hoy la utilización de sólo dos cómputos de tiempo: la era cristiana y la musulmana o Hégira. Sabemos sin embargo, que en época romana se emplearon en esta misma región docenas de eras distintas, algunas sólo durante escasos años o conservadas en pocos documentos. Si analizamos el mismo territorio en el momento de la expansión de la fe musulmana, nos encontramos con que se emplean simultáneamente, aunque en diferentes ámbitos, los siguientes modos de determinar el año:
No cabe duda de que el último método -
especificar el año del rey o emperador - ha sido el más
utilizado en la historia. Aunque parece que en el Imperio Romano se han
empleado también otros tipos de cómputos, la forma más
difundida consistía en dar los nombres de los cónsules y
más tarde el año de la "patria potestas" otorgada
al emperador. La indicción romana se basa en un ciclo de quince años, dentro del cual se numeran éstos. Transcurrido el ciclo, se vuelve a contar desde cero. El sistema fue introducido probablemente en 315 AD por el emperador Constantino y se difundió por toda el área romanizada. Los papas solían fechar sus bulas según la indicción. Cabe añadir que el año indiccional comienza, según la región donde fuera utilizado, el 1 de enero, el 24 de setiembre o en otras fechas. Es evidente que este cómputo sólo podía tener valor para fechar incidentes de interés menor o de índole cotidiana, como el pago de tributos. Ni siquiera permite averiguar el siglo al que corresponde, a menos que se numeren también los ciclos de la indicción. La datación según la Creación del Mundo, al estar estrechamente ligada a la creencia bíblica, lógicamente se emplea en manuscritos, lápidas, etc. pertenecientes a la religión judía. Además, se utiliza en algunos manuscritos medievales que pretenden dar una visión general de la Historia de la Humanidad. Aparece en algunas obras de Isidoro de Sevilla, como son el Cronicón y la tabla cronológica en el Lib. V de las Etimologías. Sin embargo, hay que tener claro que prácticamente cada autor atribuye una fecha distinta a la supuesta Creación del Mundo para elaborar su andamio histórico. Las diferencias pueden alcanzar varios siglos, aunque la fecha de la Encarnación de Jesucristo se localiza comúnmente alrededor del año 5500 "a creatione mundi". Los cómputos de la Era Hispánica y de la Encarnación de Jesucristo presentan un rasgo común: el haberse introducido mucho después de la fecha dada como año cero. En el caso del cómputo "ab incarnatione", se supone que existe un error de varios años - entre 3 y 7 - con respecto al hecho fundacional. En el caso de la Era Hispánica la incertidumbre llega a tal extremo que ni siquiera sabemos cuál fue el incidente que se supuso digno de formar la base de todo un cómputo. Algunos autores conisderan que fuera la pacificación definitiva del territorio español conquistado por los ejércitos romanos, pero esta idea carece, a nuestro juicio, de fundamento, ya que el año -38 no destaca en ningún sentido en la historia militar de la provincia ibérica. La explicación que da Isidoro de Sevilla en sus Etimologías, y que asimismo es la única mención al respecto que hemos podido encontrar en las fuentes medievales, reza (Lib. V, Cap.XXXVI, 4):
Esta afirmación no se ve corroborada por los historiadores romanos que localizan un gran censo de Augusto en el año 4. aunque los censos romanos, supuestamente introducidos por Servio Tulio en -556, se repiten cada 2-3 o más tarde cada 5 años. También cabe preguntarse si Isidoro se refiere realmente a la Era Hispánica, ya que en las Etimologías, este cómputo no se emplea en ninguna parte. Isidoro utiliza la Era Hispánica en el Cronicón y en la Historia de Regibus Gothorum, Wandalorum et Suevorum, pero sobre todo en el caso de éste último podemos dudar de su autenticidad, dado que inicia su cronología con las palabras Anno ante aeram conditam XII... y es extremamente improbable que en el siglo VII ya se conociesen las cifras negativas, introduciéndose el concepto del cero con los árabes. Tampoco hay unanimidad de opiniones sobre cuándo se comenzó a utilizar la Era Hispánica. Todo apunta a que se introdujo primero en Asturias, donde hay inscripciones del siglo III y IV, antes de que se difundiera en Mérida, lugar donde se han encontrado las primeras lápidas fechadas indudablemente por este cómputo en el siglo V.2 No menos complicado se presenta el caso de la era cristiana de la Encarnación. Según se acepta oficialmente, fue propuesta por Dionisio Exiguo en el año 527, fecha en la que se publicaron sus tablas que permitían calcular el ciclo pascual de 522 años. Sin embargo, no fue utilizada hasta mucho después, exceptuando un libro atribuido al autor bizantino Máximo Martyr (580 - 662), cuyo libro Computus Ecclesiasticus fue publicado en 640 bajo el emperador Heraclio 3. Es en Centroeuropa, donde se introduce este cómputo bajo el reinado de Otón I, en los años 70 del siglo X. En Bizancio, nunca se llegará a utilizar la era de la encarnación, mientras los documentos papales sólo la aceptan a partir del año 1431, exceptuando algunos diplomas de Juan XIII el primero fechado en 967. 4 Asimismo, hay varias lápidas sepulcrales en Cataluña, que citan una fecha "ab incarnatione" junto con otra de la Era Hispánica. Los años mencionados son 890 y 934 AD, junto con los nombres de algunos reyes, entre los que destaca Carlos, probablemente Carlomagno. 5 Hay que añadir que ni en este caso, ni mucho menos en el momento de la introducción de este cómputo en el reino otónico, hay la más mínima concordancia de las fechas citadas conjuntamente, como son año de la Encarnación, año de reinado e indicción. Las diferencias parecen absolutamente arbitrarias y oscilan entre uno y diez o más años, hecho que ha llevado a más de un científico a suponer que la totalidad de los documentos de época son falsificaciones posteriores.6 Incluso las lápidas conservadas que muestran fechas de la Era Hispánica o de la Encarnación son muchas veces suceptibles de falsificación, como es el caso de la mencionadas catalanas. Podemos concluir que los primeros documentos que dan fe de la utilización de la era cristiana en España no se remontan más allá del siglo XII. La era árabe, finalmente, es la única que, sin ser cómputo de reinado, se introduce prácticamente de manera inmediata, mediando entre el incidente adoptado como base - el exilio de Mahoma en Medina- y su aceptación general un máximo de 77 años, fecha que conserva la moneda más antigua conocida con datación indudablemente musulmana.7
A la hora de buscar documentos que hayan sido fechados por dos cómputos distintos y que permitan establecer una relación segura entre uno y otro, nos vamos a concentrar en los que conservan una fecha de la Hégira junto con otra de cualquier tipo, evidentemente sin detenernos en los muy frecuentes casos en que se cite a algún rey junto con la era musulmana. Analizaremos los casos de doble datación en las siguientes combinaciones:
Los documentos a analizar se pueden dividir en tres grupos
En el caso de los documentos fechados simultáneamente según la Era Hispánica y la Hégira, sólo podremos tratar del primer grupo, ya que no se conocen ni lápidas ni monedas que presenten una fecha musulmana y, a la vez, otra hispánica.
Los manuscritos que relatan en latín la llegada de los musulmanes a la Península y su posterior establecimiento en la misma, citan a veces fechas designadas con el término "anno arabum". Es evidente que aquí se trata de la Hégira. Mientras que el códice conocido como Continuador del Biclarense, se limita a indicar la duración del reinado de algunos príncipes musulmanes, el Cronicón Moissiacense sólo cita fechas de la Era Hispánica y el Fontanellense de la Encarnación, lo que nos permite dudar de la autenticidad de este último. Sólo el manuscrito llamado Isidoro Pacense y el Cronicón Albeldense utilizan más de un cómputo. El Albeldense, terminado según se cree en 881 y completado en 883, aunque fuera continuado por el monje Vegila hasta 976, sólo indica una fecha que nos puede servir de concordancia:
La inexactitud de esta información es evidente. La fecha de la Era debería ser DCCIL (749) para concordar con el año 711, y el año de la Hégira no es 100 sino 92, como sabemos con seguridad. De todo ello resulta que, al margen de la fecha histórica, los datos de la Era y la Hégira muestran una diferencia de 5 años. Bastante mayor es el número de datos proporcionados por el Cronicón del Isidoro Pacense. Este manuscrito anónimo, que abarca la historia entre 611 y 754, nos da 28 fechas de la Era Hispánica, 22 de la hégira, 4 del cómputo de la Creación del Mundo, 4 veces un tal "Anno Romanorum" no determinado, 17 referencias al año de reinado de algún emperador romano, ya sea Filípico, León o Constantino, y otras muchas a los príncipes musulmanes. Para comenzar con el misterioso "año de los romanos" basta con dejar claro que este cómputo parece referirse a un incidente en el año 648, 652 o 653 (de nuevo las cuatro referencias no concuerdan entre sí). Sin embargo, es difícil decir qué puede haber sido la base para establecer este "año de los romanos", ya que en estos momentos no parecen haberse producido acontecimientos destacados, ni en el Papado ni en el Imperio Bizantino. Respecto a las cuatro fechas que se refieren a la Creación del Mundo, sólo observamos que la cuarta está equivocada ya que da V.DCCCCXLIV (5944) en vez deV.DCCCCXXI (5921), que sería la cifra correcta, concorde con las otras tres que localizan la creación en el año -5200. Cabe añadir que esto coincide con el sistema utilizado por Isidoro de Sevilla. Las referencias de los emperadores, sin embargo, no son exactas. Si calculamos las fechas según la Era Cristiana, vemos que la entronización de Filípico se localiza en el año 716 y no en 711 como sería lo correcto, la de León III (el Isáurico) en 720 y no en 717, la de Constantino V en 745, cuando debería ser 741. Los años de la Hégira, sin embargo, concuerdan siempre exactamente con los de la Era Hispánica. Un ejemplo del empleo de las distintas eras utilizadas simultáneamente muestra el interés del cronista de incluir el mayor número de referencias posible:
Esta inexactitud de las cifras y la imposibilidad de hacerlas concordar entre ellas se presenta como rasgo común a todos los manuscritos medievales - rara es la fecha que coincide con otras referencias o, peor, con algún hecho histórico calculable, como puede ser una eclipse. No puede sorprender, pues, que la hipótesis de una falsificación posterior que habría producido prácticamente todos los manuscritos conservados con la finalidad de crear un pasado histórico adaptado a las necesidades políticas de su época, está ganando cada vez más espacio. Es de destacar que no se conocen manuscritos árabes que conserven una fecha dada según la Era Hispánica, aunque es evidente que gran parte de la población de Al-Andalus seguía utilizando un calendario solar bajo el dominio musulmán. Así lo demuestra el famoso Calendario de Córdoba de 'Arib ibn Sacid al-Katib y Rabi' ibn Zayd al-Usquf, cristiano éste último (Usquf significa obispo). Esta obra del siglo X describe la astronomía en un contexto del año solar y menciona los nombres de los meses cristianos, sirios y coptos, apuntando que "los 'Ayam (no árabes) calculan el año según (Tarij as-Safar) y los sirios (...) según los años de Iskender Dhu'l Qarnain" (Alejandro Magno).10 El término Tarij As-Safar ha sido objeto de múltiples
intentos de interpretación. Según algunos se deriva del
concepto Cero (),
indicando que este cómputo empieza con un año cero (calidad
que comparte con el de la Hégira). Más plausible es que
el término se refiera a España, conocido, según afirman
algunos, como
, aunque no
es necesario suponer que esta palabra se derive del nombre del color amarillo,
sino que puede constituir un antiguo término geográfico,
conservado en el nombre de los judíos español, los sefardíes
y posiblemente incluso raíz o deformación de la palabra
España.
sería entonces una traducción literal del término
Era Hispánica. No conocemos lápidas que conserven dataciones dobles. Sin embargo,
puede ser interesante mencionar los documentos en lengua árabe
que dan una fecha de la Era Hispánica. El texto latino, algo más escueto y valiéndose de muchas abreviaturas, expresa lo mismo:
Se observa que en la inscripción latina se cita el año 1094, olvidando la letra C. Otra observación interesante, aunque no relacionada con nuestro tema, es que el término Domini Nostri Iesus Christus, se abrevia como DNI NTRI - algo muy común -, para seguir con las letras griegas IHU XPI,en realidad IH[SO]U[S] XPI[STOS] Otra lápida, igualmente encontrada en Toledo, conserva una inscripción árabe, sólo en parte legible, en la que se aprecia la fecha "noventa y ocho", interpretada como 1198. Es lógico suponer aquí el empleo de la Era Hispánica, ya que el texto árabe aparece enmarcado por frases latinas, aunque éstas no traducen a aquel. En el tercer grupo de documentos, formado por las monedas, tampoco conocemos ejemplos de doble datación. Como en el anterior caso, vamos a destacar algunos casos de monedas fechadas en árabe según la Era Hispánica. Se trata de las piezas emitidas por Alfonso VIII de Castilla (1158-1214), que llevan una leyenda árabe. Esta imita las utilizadas por los reyes musulmanes de al-Andalus durante esta época. Mientras que las monedas cristianas medievales suelen mencionar únicamente el nombre del monarca y, como mucho, la ceca, las piezas de Alfonso conservan el nombre y título del rey, frases piadosas que ensalzan la religión, la ceca y, de especial interés, la fecha. Los pocos ejemplares conocidos de este tipo de moneda, varían ligeramente. El anverso suele mostrar una cruz, debajo de la cual se leen las palabras árabes [el jefe de la iglesia cristiana (es) el Papa romano] y las letras latinas ALF, evidentemente las siglas del nombre Alfonso. En algunos casos falta la palabra que, por cierto, es incorrecto así, dado que debería escribirse con artículo. Es interesante observar que esta leyenda establece expresamente el liderazgo del Papa romano sobre la iglesia cristiana. De hecho, los textos de la Alta Edad Media, como los de Isidoro de Sevilla, no parecen tener nada claro el papel del Papa; eso cuando conocen su existencia. Alrededor de la inscripción central encontramos la fórmula
piadosa y claramente cristiana: La interpretación de las siglas ALF como iniciales de Alfonso se ve confirmada por la inscripción en el centro del reverso de la moneda: [Príncipe de los católicos Alfonso hijo de Sancho; ayúdele Dios y déle la victoria]. En otros casos, se da la forma incorrecta de escribir o se emplea la en vez de la para transcribir los nombres de Alfonso y Sancho. Hay que añadir que la ortografía árabe está bastante mal. Se ponen los puntos diacríticos - algo único entre las monedas árabes antiguas -, pero se olvidan con frecuencia. La palabra "católicos", aparece en un ejemplar como , con una total omisión de los puntos. La frase grabada alrededor de estas fórmulas señala ceca
y fecha, empleando los típicos términos árabes:
[Se acuñó
este denar en la ciudad de Toledo en el año mil doscientos veinticinco
de la Era Hispánica]. Es de destacar que la única moneda cristiana hispánica que presenta una fecha anteriora 1562, momento a partir del cual se comenzó a introducir, aunque muy despacio, la costumbre de añadir a la leyenda el año de la acuñación, es una pieza emitida por el mismorey Alfonso VIII, que imita en latín la austeridad de las primeras monedas árabes. La inscripción consta de la palabra TOLETUM, una cruz y la fecha ERA MCCIIII.14
Es curioso que el modelo de moneda árabe-cristiana se utiliza
a mitades del siglo XIII en el extremo oriental de la cuenca mediterránea,
y que este modelo coincide prácticamente con el creado poco antes
por Alfonso VIII. En el territorio sirio-palestino ocupado por los francos,
se parecen introducir alrededor de 1130 monedas que imitan inscripciones
árabes kufíes, pero que son totalmente o en parte ilegibles.
En el siglo XIII, se acuñan monedas que presentan leyendas bastante
parecidas a las españolas. Un ejemplo es el siguiente: El reverso suele llevar una cruz y la fórmula, distinta de las
españolas: Este es el único caso en el que encontramos la era cristiana utilizada en lengua árabe. No conocemos lápidas o manuscritos que presenten dataciones dobles.
En el caso de los documentos coptos, sólo nos han llegado diplomas escritas sobre papiro, y es muy improbable que en su época se hayan grabado lápidas o acuñado monedas en copto. Los diplomas emplean tres eras distintas: la indicción, el cómputo según Diocleciano y la Hégira. Entre los más de cien documentos recogidos por Crum y Steindorf en Djeme/Thebas (Egipto), y procedentes prácticamente todos de la segunda mitad del siglo VIII, sólo una quincena presentan una datación absoluta, mientras que el empleo de la indicción es muy frecuente. Entre los documentos mejor conservados se encuentra un diploma que comienza
con la fórmula árabe
[En el nombre de
Dios, di que Dios es Uno], para seguir con el nombre
(Abdala) y las palabras
[Esto es (parte)
de lo que él ordenó]. El texto, una mezcla de
griego y copto, cita el nombre de un tal "Mamet Amira", para
dar luego la fecha en griego: .
Lo que podemos traducir como "año
del rey Diocleciano 451 y año de los sarracenos 114".
Basándonos en la fecha de la entronización de Diocleciano,
en 284 A.D., resulta que el documento fue redactado en 735 A.D., aunque
ello no coincide con la fecha de la Hégira. Ésta debería
ser 117, o PIH,
en el código numérico del alfabeto griego. La información
dada en el mismo documento
[tercera indicción],
confirma la fecha referida a Diocleciano.16 Dos documentos son fechados en el "año de los sarracenos" , lo que corresponde a 164 de la Hégira. En ambos casos, en el encabezamiento sólo se ha conservado la palabra árabe , pero se añade en el texto: , que podemos interpretar como año de la indicción 4, concordando aproximadamente con el año 164 de la hégira.18 En pocos casos, el texto árabe está tan bien conservado como para descifrar el año. En un ejemplo leemos todavía: [aproximadamente: (Di)os es Uno -Marwan príncipe a - (o)rdenó Isa - año (ciento)treinta]. La indicción se determina aquí con la letra ß o sea 2. Dado que el año 130 de la hégira, del cual se debe tratar aquí, coincide con el año cristiano 747-748, la indicción debería ser en realidad 1, o sea a .19 Existe un diploma fechado en el año de Diocleciano 473 y añadiendo
la indicción correcta i
(10). Otro documento presenta la información "indicción E y año . Si suponemos que el año citado se refiere a la hégira, el documento data de 784, aunque el año lunar 167 de la hégira no corresponde al octavo sino al séptimo de la indicción, casualmente con gran exactitud.21
La utilización del cómputo de la indicción en monedas musulmanas se reduce a un breve período de tiempo comprendido entre los años 91 y 98 de la hégira. Las piezas fueron acuñadas tanto en el Norte de África como en España. Las inscripciones emplean la lengua latina, aunque mutilándola según un curioso sistema de abreviaturas que sólo conserva los consonantes, como si de una lengua semita se tratase. El contenido de la leyenda, sin embargo, es claramente musulmán. Algunas piezas tardías llevan en el reverso también palabras árabes como la chahada, en vez de la estrella o la columna, habitual en estas monedas. Las leyendas son bastante difíciles de descifrar, como mostrará un ejemplo. Las letras INNDNIMSRCSLDFRTINAFR, se han interpretado, creemos que con acierto, como IN Nomine DomiNI MiSeRiCordis SoLiDis FeRiTus IN AFRica. Las letras del reverso, NNESDSNSCVNSALI... SIMILIS, traducen aproximadamente un versículo del Corán, si se leen NoN ESt DeuS NiSi unus CUi NulluS ALIus...SIMILIS.22 Las monedas árabes orientales del primer siglo de la Hégira también utilizan frases de esta azora como leyenda.23 De la misma manera hay que descifrar la datación. Mientras que
el año de la Hégira se indica mediante las siglas AFRCANXCII
(Africa Annus XCII = 92) o SPNANXCV
(Spania Annus XCV = 95), la indicción se añade, aunque no
en todos los casos, tras las letras INDC. Algunas piezas señalan
el año XI de la indicción, otras ofrecen las letras TERCIN
(TERCia INdictione) que correspondería al 715 A.D. o al 96 de la
Hégira. Sin embargo, varias monedas fechadas de esta manera llevan
el año de la Hégira 91 o 92. El error es evidente, aunque
se podría explicar con la inexactitud de los trazos, casi ilegibles,
de la moneda que lo hacen muy difícil distinguir entre las cifras
XCIII y XCVI, por ejemplo.24 En Marruecos se conserva hasta nuestros días el calendario solar juliano. Los nombres de los meses están claramente derivados del latín (Yennair, Febrair, Maris...) y sus fechas presentan una diferencia de 13 días respecto a las del año gregoriano que utilizamos hoy día. De uso común en la mayor parte de Marruecos, sobre todo entre los bereberes, este calendario se conoce con el nombre de (felahi: campesino) y como tal aparece en todos los almanaques populares, junto con el calendario gregoriano "francés" y el musulmán lunar. Con ello, el pueblo bereber parece ser el único del mundo en conservar el calendario introducido por Julio César, si exceptuamos su uso ritual por la iglesia ortodoxa rusa. Si esta año solar fue el utilizado en las primeras monedas hispanomusulmanas, la fecha Annus XCII correspondería en realidad al año 714 de nuestra era y al 95 de la Hégira basada en el ciclo lunar. Esto podría concordar mejor con la tercera Indicción (el año 712 A.D. coincide con Indicción I) si tenemos en cuenta que ésta podía comenzar, según el uso regional, en septiembre, octubre o marzo.26 Otra observación que podría apoyar esta hipótesis es el hecho de que no se conocen monedas de los años 99-101 de la Hégira, mientras que en 102 aparecen las típicas piezas completamente árabes de los omeyas que unifican la imagen de la moneda musulmana utilizada desde Córdoba hasta Samarcanda.¿Se realizó simultáneamente un salto de 3 años en el cómputo maghrebí para hacer concordar sus fechas con las de la cronología oriental que luego se impondría en todo el mundo árabe?
Los manuscritos historiográficos de Etiopía, escritos en los siglos XV y XVI, suelen ofrecer al lector unas tablas históricas que dan una visión más o menos completa de la historia humana "desde la creación del mundo", y cuyo contenido se basa, como cabe esperar, mayoritariamente en la Biblia. Además se añaden informaciones sobre los concilios más importantes y sobre algunos reyes etíopes. Se emplean cuatro cómputos, el de la Creación del mundo, fechada en el año 5492 A.C., la era de la Encarnación de Jesucristo, localizada en el año 7 A.D., la era de Diocleciano y la era de la Gracia, muchas veces confundida con la anterior, aunque comienza 76 años más tarde. Los errores son frecuentes, como lo es también la diferencia de opiniones entre los distintos autores, que pueden discrepar por el espacio de casi medio milenio en la datación de cierto rey. El comienzo del Islám se menciona en la mayoría de los manuscritos, y se fecha tanto en el año 6109 de la Creación o el 333 de la era de Diocleciano (617 A.D.) como en el año 6114 de la creación y el 614 de la Encarnación, que coincide con el 622 A.D.27
No conocemos documentos fechados simultáneamente según la era de Yezdegird y la Hégira, lo que no deja de ser lógico, ya que la primera fue sustituida por la segunda. El hecho de que Yezdegird III fuera entronizado en el año 632, diez años después de la fecha cero de la Hégira, aparentemente facilitó el proceso, que sólo se pude haber notado como un salto de diez años. La escasa diferencia seguramente contribuyó a aumentar el número de confusiones posteriores. Las primeras monedas musulmanas se manifiestan muchas veces como una
fusión de elementos sasánidas y árabes. Hay ejemplares
en las que el ara persa y la efigie de un jinete es acompañada
por una palabra o un nombre en escritura árabe. En estos casos,
suele ser difícil decidir a qué cómputo se refiere
la fecha, si es que consta alguna.
La gran mayoría de los casos de dataciones dobles en las que se
emplea la Hégira, se debe a núcleos de poblaciones que mantenían
un estrecho contacto con la cultura árabo-musulmana, normalmente
debido a que habitaran el mismo espacio geográfico. Al primer caso pertenecen las monedas y lápidas españolas del siglo XII que hacen referencia a la Era Hispanica bajo su nombre árabe de y las monedas del Reino de Jerusalén. Podemos suponer la existencia de un ambiente cultural conscientemente no musulman, pero arabófono, tal y como se encuentra todavía hoy en Siria o Líbano. El segundo caso produce los documentos coptos y los manuscritos mozárabes, aunque éstos emplean sólo de forma complementaria los conceptos de o Anno Arabum. Se trata de una población no islámica que adopta, sin embargo, ciertos elementos de la civilizacón musulmana, superior al menos en sentido administrativo o político. El tercer caso se da en el momento en que los primeros grupos musulmanes alcanzan el Maghreb y la península ibérica. Aceptando la nueva fe musulmana, la población decide sin embargo expresarla en el idioma que solía emplear para fines administrativos, es decir, el latín. Este hecho demuestra que los conceptos de idioma y religión no necesariamente han estado tan estrechamente vinculados como parecen serlo hoy día. Es también probable que esta introducción de la religión musulmana en el Magreb no se realizó en un contexto bélico, que habría supuesto una arabización forzosa. Podemos pensar en una misión más o menos pacífica, aunque utilizara las enemistades internas de las tribus bereberes para eliminar a sus adversarios. Es notorio también que la 'conquista árabe' de España no fue tal, sino que la guerra civil de los visigodos que fue librada entre Rodrigo y Agila, era el elemento decisivo para la introducción de grupos bereberes musulmanes en la Península. Dado que no se trataba de una manifiesta conquista política, era lógico expresar la nueva religión en la lengua utilizada por el pueblo que la aceptara. Sólo diez años más tarde, a partir del 102 de la Hégira (721 A.D.), este concepto sufrió un cambio, manifiesto en la aparición de monedas puramente árabes, probablemente en favor de una alianza económica que creó la primera -y hasta hoy única - "unión monetaria" del Mediterráneo, imponiendo un modelo estándar de moneda desde Al-Andalus hasta Turquestán. Del mismo modo podemos afirmar que la Reconquista, en sus principios, no se manifestó como una guerra entre dos comunidades culturales claramente separadas, imagen que más tarde adoptaría por un manifiesto interés de exclusión religiosa y política. Se trataría inicialmente de rivalidades entre soberanos de distintos territorios, algunos aliados entre sí, sin que el argumento religioso, y mucho menos el lingüístico, fuera decisivo. Dan fe de ello las inscripciones en plena época de 'Reconquista' que utilizan simultáneamente el árabe y el latín. La situación actual en la que se tienden a confundir y son mezclados deliberadamente por parte de algunos líderes políticos los conceptos de idioma árabe e islam, no se debe probablemente a una supuesta idiosincrasia musulmana sino a una evolución moderna que ha conseguido exaltar la función tanto de la religión como del idioma como factor de integración social. Tras eliminarse durante la 'Reconquista' cristiana y hispanohablante la mayoría de las poblaciones arabófonas no musulmanes, asistimos hoy a un segundo paso de igual gravedad: la eliminación de todo idioma no árabe dentro de la comunidad musulmana. Ejemplo de ello es la represión de la lengua tamazight o bereber en los países del Maghreb. |
1.
Sancti Isidori Opera
Omnia. Paris 1862, lib. V, Cap.XXXVI, 4 |
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